Una de las mayores inquietudes que tengo en mi vida es el alto intercambio de jóvenes trabajadores en los ministerios juveniles. Hay grandes probabilidades de que muchos de los líderes juveniles que están hoy en las iglesias, no estén en la misma iglesia dentro de dos años. Además, la mayoría de los voluntarios no estarán involucrados en los grupos juveniles el próximo año. La frustración es un resultado crónico en nuestra misión por llegar a la gente joven. Creo que el alto porcentaje de deserción en el trabajo con los jóvenes se debe a una deficiente preparación personal para el ministerio juvenil. ¿Cómo podemos nosotros, los que hemos sido llamados para trabajar con jóvenes, prepararnos para ser más efectivos para la gran redada?
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