Cuando era adolescente sentía en mi interior una frustración muy grande. ¿Cuál era el motivo de dicho sentimiento? El pensamiento que me llevaba a creer que era necesario agradar a todos, todo el tiempo. Estaba tan concentrado en el asunto, que muchas veces desarrollaba mis relaciones interpersonales de manera hipócrita, lo que provocaba mayor frustración y desaliento. Pero un buen día cierto amigo me hizo comprender que dicha actitud era poco saludable, pues no se puede vivir cada segundo intentando satisfacer las expectativas que los demás proyectan sobre uno. Y me dio un consejo breve pero práctico: para alcanzar la libertad personal es imprescindible desprenderse del famoso "qué dirán". Para ser honesto con usted, debo confesar que me costó bastante tiempo poner en práctica dicha verdad. Mi tendencia natural por evitar los pleitos y querer "caer bien" a las personas con quienes me relaciono, son obstáculos que debo enfrentar cada momento. Pero ningún precio es demasiado alto cuando el balance final del día arroja resultados positivos en pos de la autorrealización. Bajo ningún concepto deseo que estas líneas inspiren un individualismo atroz, germen social que nos aísla de nuestros semejantes. Tampoco quiero promover la adquisición de una falsa autoestima, fomentada especialmente por ciertos autores cuyas enseñanzas no hacen otra cosa que desviar la atención de la verdadera plenitud del ser. Entonces, ¿hacia dónde voy? ¿Qué me propongo cuando denomino esta reflexión bajo el título: ¿Qué Dirán?. Mi intención es sencilla: estaré satisfecho si logro ser un disparador que le inspire a meditar en la manera en que usted construye su mundo. En otras palabras: antes de apropiarse del pensamiento positivo que lo llevará a decir ¡Sí, puedo ser libre!, debe tomar una decisión y admitir: „Por más que lo intente, no puedo agradar a todos, todo el tiempo. La Biblia aconseja: "Siempre que hagas planes, sigue los buenos consejos; nunca vayas a la guerra sin un buen plan de batalla. Dios nos ha dado la conciencia para que podamos examinarnos a nosotros mismos" (Proverbios 20.18, 27).
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